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Un rostro común y corriente

            La recuerdo con su pelo ondulado, mal formado y frío por el viento de la ciudad. En La Plata hace más frío que en el resto de Buenos Aires, tiene como un microclima especial, lo juro. Y esa tarde el aire estaba congeladísimo, ni siquiera el sol recién asomado de Julio podía calentar el ambiente.            Ella era común. Por fuera al menos era una chica normalita. Linda, muy, sobre todo por su sonrisa, pero si no fuera porque un día se me ocurrió posar mis ojos sobre su particular expresión abatida, habría pasado desaparecida entre el tumulto. Ni muy arreglada ni muy esmerada andaba por los transportes públicos atravesando la provincia de Bs As como si recién se hubiese levantado de la cama. Tenía esos ojos de joven intrigada, esperanzada de su futuro pero totalmente perdida en este mundo de adultos.            Cuando la conocí yo tendría veinte años y ella parecía de dieciocho apenas cumplidos.           La veía siempre en el tren, cuando subía en Villa Elisa y l

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