relajá la cara Nieves! pero sobre todo, relajá la mente...

       Cómo empezar con el escrito? Me descubro sentada con la mano apoyada sobre la pera y una expresión pensativa mirando a un punto fijo, achinando los ojos tanto que parece que estuviera filosofando sobre la verdad de la vida. ¿¡Para qué tanta reflexión!? sólo para pensar unas buenas palabras introductorias, para que suenen cordiales, elegantes y seductoras al lector que las ingiere con los ojos. Y esta misma circunstancia es analogía de tantas otras situaciones inofensivas que dentro de mi cabeza parecen una tormenta en el medio del mar, en la que hay que pensar estratégicamente cómo actuar para salvarse la vida.
       A veces me encuentro ridícula en el espejo cuando veo las arrugitas de mi frente que quedaron como evidencia de haber estado frunciendo el entrecejo todo el tiempo. Y ahí estoy otra vez... relajá la cara Nieves! pero sobre todo, relajá la mente... No puede ser que te hagas tanto problema y te inventes laberintos sin salida mientras te paraliza el pánico en cada cosa de tu vida.
       Y sobre todo (pasemos a ventilar los aspectos más turbios del asunto) cuando se trata del amor. Porque crees que el amor tiene que cumplir con ciertos requisitos que si se repiten exponencialmente van a dar como resultado la estabilidad o seguridad, y por lo tanto mi felicidad y tranquilidad interna. Pero en qué estás pensando Nieves!? Si el amor no es una fórmula! Siempre buscando números que sumen un número par, que sean positivos, puedan dividirse por dos pero que en todas las operaciones den siempre como resultado uno solo. Es aceptable y es lo que todos deseamos... un amor ideal. Pero de tanto esperarlo me empiezo a sentir bastante pretenciosa y hasta un poco terca.
       Por qué no darle la oportunidad de conocer un poco más a todas esas semillitas que aún no han sido plantadas? pueden llegar a dar flores muy hermosas y llegar a ser árboles con raíces muy fuertes. Esto pasa por no escuchar al corazón y no respetarlo cuando palpita algo, nos la pasamos limitándolo aquí y allá porque esa persona tiene tal o cual defecto, lo que significa inmediatamente que no es apropiado, porque junto a él no voy a ser feliz... ¿Desde cuándo nos sentimos capaces de ignorar así a los designios del corazón y descalificar al otro?      Si en realidad sabemos que venimos acá a amar sin medidas y a complementarnos con los otros; entonces, cuál es el miedo? inseguridad, miedos, fantasmas que nos hacen pensar que podemos sufrir y por eso huimos; preferimos no arriesgarnos a dar el paso, y directamente lo ignoramos. 
       Yo ya no quiero ser esa burguesa pretenciosa, que rechaza todo porque no es de calidad suficiente o no tiene tal requisito. Yo no soy esa persona, yo tengo un corazón enorme latiendo desorbitado, que me voy a ocupar de escuchar siempre atentamente. Y los miedos los borraré, y los prejuicios los tiraré a la basura. Después de todo, ¿cómo pretendemos opinar si no nos damos la oportunidad de probar conocer qué es lo que pasa un poco más allá? Díganme entonces, ¿qué es lo que estamos perdiendo con aunque sea intentarlo?

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