El mundo de las relaciones humanas.

El misterio de las relaciones humanas y el torbellino de emociones que puede desparramar una simple palabra o gesto en dirección oblicua desde un cuerpo físico a otro.
Qué complejo este asunto entre humanos en el que entran en juego el amor, la amistad, el odio, la envidia y la admiración, entre otras tantas emociones. ¿Cuál es el secreto de tanto embrollo? No puedo ni siquiera ser precisa cuando intento describir el tinte emocional de mi estado actual, menos podría ser capaz de tener noción del asunto ajeno. Es así cuando empezamos a deducir, crear hipótesis y alterar nuestro equilibrio mental con ideas dramáticas, extremas o simples interpretaciones pero que igual tienen la capacidad de carcomer nuestra cabeza al punto de desvelarnos a la hora de dormir.
“Por qué no me contesta? Seguro está enojado… y por qué me dijo eso? Seguro quiere hacerme sentir bien. Me está mintiendo, no me quiere de verdad… o quizás tiene miedo, ojalá se muera”. Bla, bla, bla, me hundo en tanto palabrerío. Estoy segura que nada de eso es correcto y lo tengo tan en claro que no paro de repetir el mismo error de caer en las interpretaciones una y otra vez.
Y por otro lado, como si lo anterior fuera poca cosa, nos acostumbramos a adecuar nuestras reacciones o acciones de acuerdo a la situación, el contexto, la persona con la que estamos interactuando y qué reacción deseamos recibir de parte suya. Entonces, nuestra personalidad pasa a convertirse en una serie de actitudes esquematizadas y poco espontáneas, que provocan satisfacción rebote si se obtiene lo deseado, y el efecto contrario en la decepción de haber fracasado. Pero díganme entonces, ¿¡qué estamos haciendo!?, ¿midiendo con regla el mundo porque no soportamos que sea asimétrico? No nos damos cuenta que en esta vida todo es fluctuante y nuestra presencia física está cambiando continuamente…¿Cómo sucede si no, que pretendamos controlarlo todo?
Ay humanos…somos tan vulnerables a la calidez del cariño, al placer y al deseo. Creemos absurdamente que vamos a encontrar la felicidad en el estereotipo que nos implantamos inconcientemente en la psiquis, y que si renunciamos a él perderemos hasta los zapatos para seguir caminando.
En general, he descubierto que las cosas se dan en un sentido completamente contrario. Te enamorás de un hombre con esas cualidades que nunca hubiera pensado “ideales” para vos, que no coincide ni siquiera en el aspecto físico con el boceto prearmado del hombre ideal que te creaste. Esa amiga que era tu otra mitad se perdió con el sonido del viento, y aquella por la que no ponías ni un peso a su favor demostró fidelidad y un corazón abierto.
La vida te sorprendió de mil maneras, demostrándote que en realidad te estabas equivocando y que parecías una nena jugando con la casita de muñecas que cree que esa vida de plástico podría llegar a ser la suya. Te diste cuenta que no valía la pena pretender ser un “don alguien” y no había nada que perder con disfrutar de sólo ser.
Las interpretaciones erróneas son típicas de la mente humana, no te pido que renuncies a ellas. Sólo escuchalas con la noción de que hay tanta probabilidad de que sean correctas, como también de que la vida te deje dada vuelta con las patas para arriba.
Somos simples y maravillosos, humanos. Amémonos tan sólo así. 


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