Palimpsesto

En las horas de desvelo
me tropiezo con tu cara,
y recuerdo, fascinada 
los licores que recorren tus ojos,
y tu sonrisa
pálida.

Me atormento en un sinfín de emociones,

ansiedad por el mañana,
y en el anhelo por una libertad paradójica,
embebida en surrealismo,
quedo presa en la avaricia.

Reposan mis células

en un caldero de ampollas
enfermedades y medicina tradicional,
y yo me recuesto en mi mano,
imagino y sollozo
por los días que siempre serán lejanos.

Me veo asustada

por el tiempo que se aparta del sol
y se esfuma
con las gotas del cielo,
y estas tormentas de desesperación
que alberga la tierra 
descubren miradas y gestos,
pero todos callan.

No hay nombre para esto y lo otro,

estoy presumida de haberlo notado,
aún así recojo las piezas de tanto en tanto
y te recorro
de pies a cabeza.

Si acaso hubiera de pedir un deseo

sería un milagro: mirar adentro,
pero tengo miedo
de provocar incendios
y que este pálpito interno
siga latiendo
en carne viva. 

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