Notas de un querer


 
 
Qué ganas de llenarte la boca de besos,
y después apretarte fuerte
con el largo de mis brazos rodeándote la cintura.
Qué ganas de decirte
que te quise tanto que no me entró en el corazón
y tuve que descartar
un poco de amor para después.
Pero después… no hubo después,
no pude recuperar tu olor en ninguna almohada
ni la suavidad de tu piel blanca en las sábanas.
Me quedaron fotos, rastros de alguien que fuiste
y letras, como borrosas marcas
de un pasado que no recuerdo.
Quiero besarte por lo que sospecho que alguna vez sentí,
ya te dije (o en realidad nunca te dije):
esa promesa que me quedaba se me escapó
y nunca volvió.
Hoy tengo tu voz en canciones,
tus mensajes de WhatsApp,
pero no te tengo, ni aquí ni allá en ninguna parte.
Y en realidad tampoco te añoro.
Quisiera abrazarte para saber lo que se siente,
       simplemente para probar
             el gusto que tiene un recuerdo.
                        Qué difícil es querer, carajo,
                    cuando la espera no es más que añoranza
               de un ser invalidado por el tiempo,
           cuando la dulzura y la apatía
     se confunden
en la triste levedad de tu silencio.
 

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