Ni un ápice de sentido

Indecisión. Escribir-borrar. Maldito trauma de la hoja en blanco. Y las palabras que se amontonan apresuradas. Aturdidas. Aturdida estoy yo. Qué brusco es el punto seguido. Frases cortas. Pensamientos fugaces. El teclado que se traba. Las teclas están duras y mis dedos fríos. No sé. No sé qué estoy escribiendo. Ni por qué. Mi mente también está en blanco. Como la hoja. Inutilidad. Inconformismo. Saturación. Basta. Qué exigentes nos ponemos con el lenguaje. Y él no tiene la culpa de ser tan débil. Porque está vacío. Nosotros insistimos en llenarlo de porquerías. De significados. Valores. Apreciaciones. Matices. Y pensar que tan sólo son letras. Signos. Sonidos. Dibujitos. Cosas que retumban en nuestra cabeza. Repiquetean a veces sin sentido. Como este escrito y sus puntos seguidos. Escasos conectores. Escaso contenido. Escaso tu espíritu. Y el mío. ¿Cuál es la lógica?. ¿Y la normatividad?. ¿La gramática?. ¿La moral?. ¡Al carajo con todo eso!. ¡Qué esquizofrénico se vuelve uno por ser tan normal!

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