El mar me recuerda a mí
¿Por qué le tememos al mar?
Violento
perenne
desafiante en cada ola,
en cada roce con la orilla,
salpica
se demora
se arrima desordenado.
Con su vaivén constante,
nostálgico,
avanza desalineado
y le susurra a la arena
que está enojado.
Su espíritu se desborda
se atropella
y me encuentra distante.
El latido se acelera
al son de una melodía
que entona suspenso.
Sus tres notas graves
me rememoran el drama
de aquél destino fugaz
de algún desdichado
que se asomó al abismo
y sumergió sus penas en sal.
El mar me recuerda a mí,
solitario y compañero,
alma que grita
patalea
crece
y se derrumba.
Golpea desafiante
haciendo temer al viajero
que como valiente forastero
surca sus penas
y atraviesa las aguas
llorando estrellas.
El mar es peligro,
el mar es incertidumbre,
y su cara en mi rostro
refleja un vacío eterno,
una carga de años
llenos de rencores.
¿Por qué le tememos al mar?
El demonio también es débil
repetitivo
predecible.
Sus olas avanzan
y vuelven resignadas
a su estático lugar.
Pobre del mar,
salvaje gladiador primigenio
que ruge frustrado
y se marea con la luna.
Su gritos son llantos
y su actitud peligrosa
es tan sólo un engaño
de agua con sal.
Me recuerda a un amigo
que asoma altivo,
levanta su pecho,
se alza en el aire
y de repente en la orilla
se vuelve agua mansa
arrepentida
que moja mis pies,
los acaricia con timidez.
El mar es testigo,
el mar es confesor,
es dueño de la luna y del sol.
Sus ondas húmedas
me encuentran distante
y me recorren
con una violencia dulce
que estremece y calma.
Mi rostro en su cara
se ve reflejado
en un par de ojos vacíos
pero llenos de interrogantes.
Sus ciclos constantes aguardan
ávidos de conocer
de albergar
de atestiguar
recuerdos de amantes
que una vez fueron gaviotas
y que deslizaron sus alas
por las espaldas húmedas
del anciano seductor
vestido de secretos.
El mar me recuerda a mí
y mi piel en la arena
se funde con sus charcos.
Ya en esa contemplación,
mezcla de espuma y suspiros,
me acaricia la violencia
y me atormenta la calma
de sus costas azules.
¿Por qué le tememos al mar?
¿Por qué nos tememos a nosotros mismos?
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