Qué sé yo..


      Sos estudiante de Letras, debés escribir cuentos maravillosos, o sos un capo en la poesía o también, hasta quizás manejás bien otros idiomas. Sí, seguramente no se te escapa ningún tilde y por eso mejor no te escribo ninguna carta... mirá si te horrorizás por mis faltas de ortografía y me despreciás de ahora en adelante. Y además, sí, seguro, seguro te pasás el rato leyendo y no te puedo hablar de temas más frescos porque por ahí te aburrís conmigo; yo soy un ignorante, seguro pensás eso de mí.

      No. No somos escritores y capáz muchos tienen más faltas de ortografía que un coreano escribiendo en francés . No es necesario que por ser estudiante de Letras tenga que ser un intelectual elitista que escribe con pluma en su diario y te mira con desprecio por debajo de sus anteojos burgueses porque no correspondés a su esfera. No te voy a dejar de lado por ser estudiante de diseño de indumentaria o estés a punto de recibirte de RRPP. 
      Miro mi mochila tirada sobre el sillón y los cuadernos alborotados en diferentes posiciones. Y más allá están los apuntes que todavía no leí, en la mesa, entre los almohadones,también  alguna hoja tirada en el piso medio mordisqueada por el perro, y otro par de libros esperando a ser abiertos en la silla de la cocina. El orden es asunto un poco utópico, y más para nosotros que por poco almorzamos papeles y nos pasamos traduciendo versos en idiomas muertos o buscando deixis en discursos de gente desconocida. 
      El tiempo.. el tiempo también es utópico. Apenas tengo tiempo de llegar a las últimas hojas de Kleist cuando tengo que leer a Klaus Mann, mientras tengo en lista de espera a Mukarovsky y Bourdieu, y Mallarmé y Virgilio y muchos más que andan dando vueltas por entre los apuntes. Y vos te pensás que yo soy un fanático neurótico que voy a ponerme a darte cátedra de cómo escribís tus textos? Seguramente vos, al igual que muchos otros, pensás que podría recitarte de memoria las poesías de Pizarnik o de Baudelaire, y sobre todo, te pensás que soy un escritor experimentado, que si todavía no salió mi novela a la venta es porque soy una persona humilde. 
       Nada de eso es cierto, o lo es pero de una manera también un poco utópica. Estoy acá sentada escribiendo esto un poco porque estoy inspirada y otro poco para negar la pila de apuntes que me esperan autoritariamente para el fin de semana. Y estoy escribiendo, no porque sea una escritora encubierta ni porque soy estudiante de Letras, sino porque me hiciste creer que lo era y me propuse demostrarte que no lo soy, que todo eso que pensás que hago en mi tiempo libre es una falsa suposición. En mi facultad somos gente normal, que también de vez en cuando hablamos de qué calor que hace o qué caras que están las fotocopias; y también comemos galletitas Don Satur, como vos, y tomamos mate en la plaza. No, no somos esos bichos raros de biblioteca que son unos bochitos y no los podés sacar de eso porque no entienden nada de la vida fuera de las hojas impresas con tapa dura. 
        Ahora sí, creo que no tengo más que decir, creo que me entendiste. Ahora sabés que somos normales, que los estudiantes de Letras simplemente estudiamos Letras porque nos gusta la Lengua y la Literatura, pero no por eso somos escritores, ni nos fumamos fanáticamente la RAE, ni nos tragamos los tomos enteros de Dostoievsky. Aunque es verdad que muchos de nosotros entramos a la carrera pensando que por recibirnos de Licenciados en Letras íbamos a llegar lejos y cada uno entró con sus poemas o cuentos o notas escritas humildemente debajo del brazo; algunos los exhibieron pronto en todo tipo de Boletín que diera vueltas por la facultad y otros se decepcionaron muy rápidamente y los escondieron de nuevo en el cuaderno. Todos, nos creímos escritores, y después, de pronto, éramos miles de escritores que escribían textos parecidos dando vueltas por los pasillos de la facu. Después algunos dejaron de escribir porque los consumían los apuntes de la carrera, otros seguían escribiendo pero ya no lo enrostraban con orgullo en las caras ajenas por miedo a que el otro tuviera algo mejor que mostrar, y otros siguen mandando a las revistitas del Centro de Estudiantes con la perseverante esperanza de deslumbrar con sus escritos. 
        En conclusión, quizás tenemos tan poco de importante como vos, y es mejor que nos dejes de idealizar como literatos genios, porque no lo somos. O quizás sí lo somos. Tal vez seamos unos especímenes un poco especiales que se deslumbran por los textos literarios y se llenan el bocho con imágenes mentales de libros enteros. Algunos también recitamos algún poema tímidamente en la ducha o escribimos algún escrito mientras nuestros viejos piensan que estamos estudiando. Y en el fondo, creemos, o mejor dicho, sabemos, que somos escritores elitistas, que no miramos televisión y que nos criticamos entre sí cuando escribimos como un ignorante. Pero preferimos que nos piensen normales, así, algún día, cuando menos se lo esperen, sorprendemos a la masa popular y sacamos a la venta una novela que va a ser firmada por un escritor respetado que también fue estudiante de Letras.



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