Jaque al rey
*
* Sentir el sabor empalagoso y el vértigo de querer impedir eljaque mate por orgullo propio. Pensar que con un sorbo de esa pócima romántica los huecos más profundos de este closet hermético serían tapados y sepultados junto a la melancolía. Es en vano, aún resbalan los rayos de luz tibia por las grietas más finas, pero el calor no consigue sacar el olor a humedad de tanto encierro.
* Basta probar un poco para inflamarse en deseos de consumir su contenido completo. Pero después sobreviene de pronto la realidad, cuando se desvanece el elixir convulso, y nos golpea el viento helado que me quiebra los huesos. Ahí se ve entonces el tablero y la última pieza en juego amenazada por la torre, inmóvil, rígida, de paso ligero y firme. Y nuestro rey, protegido por un sólo peón lejano, su primogénito protegido, que involucra su vida para salvarse a sí mismo o a su alter ego.
* Sentir el sabor empalagoso y el vértigo de querer impedir el
* Y pensar que solíamos presumir de tener un carácter encrucijado y culto, de dominar el arte del azar y también la ventriloquía. Suponíamos que errar un poco intencionalmente era muestra de valentía cuando no es más que un signo de cobardía infame; con dulces palabras no hacemos otra cosa que caer reiteradamente en esa poesía bárbara.
* ¿Qué ocurre afuera? Los vidrios están empañados y los claroscuros de las sombras ajenas cubren el suelo de lúgubres rincones. Tenemos los ojos tapados, cubiertos con ingenuos vendajes abstractos que encierran al alma y la carne detrás de una deshonrosa ilusión de palabrerías ignorantes.
* Ese fuego que hace sucumbir a los más débiles... nos está quemando poco a poco, nos está debilitando. Se siente el penetrante aroma de carne asada, de mis pestañas incineradas. El calor que destruye y nos ciega y el agua que evapora los sueños. Qué ambigüedad, qué contradicción; palabras inconstantes y mucha confusión: efectos hipnóticos, irreversibles, nacidos del hechizo sabroso que yace deseable frente a nuestros ojos.
* Basta probar un poco para inflamarse en deseos de consumir su contenido completo. Pero después sobreviene de pronto la realidad, cuando se desvanece el elixir convulso, y nos golpea el viento helado que me quiebra los huesos. Ahí se ve entonces el tablero y la última pieza en juego amenazada por la torre, inmóvil, rígida, de paso ligero y firme. Y nuestro rey, protegido por un sólo peón lejano, su primogénito protegido, que involucra su vida para salvarse a sí mismo o a su alter ego.
Comentarios
Publicar un comentario